Bienest.AR: herramienta estratégica para la evaluación de bienestar animal en la producción intensiva de carne bovina

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Leandro Langman(1)*; Trinidad Soteras(1); Ingrid Bain(1); Débora Racciatti(2) (1)Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) – Ciudad de Buenos Aires, Argentina. (2)Facultad de Ciencias Veterinarias – Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Aires, Argentina. *langman.leandro@inta.gob.ar.

RESUMEN


Bajo un contexto de constante crecimiento de la población mundial, la necesidad de reducir pérdidas en cantidad y calidad de los productos de origen pecuario lleva a un interés y necesidad progresiva en considerar el bienestar de los animales de producción. Adicionalmente, existe una demanda de los consumidores, quienes se interesan cada vez más en la calidad ética de los alimentos de origen animal que consumen, involucrando este último concepto a todas aquellas acciones tendientes a minimizar el sufrimiento de los animales en los distintos eslabones de la cadena pecuaria. Considerando que las prácticas de manejo aplicadas al ganado destinado a producción de carne son diversas y afectan directamente el bienestar animar, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) continúa trabajando junto a sus Países Miembro en la elaboración de estándares, guías y recomendaciones para evaluar el bienestar de los animales en las distintas etapas de la cadena de valor. Ante este escenario, identificando la relevancia creciente de los sistemas de engorde a corral debida al proceso de intensificación experimentado por la ganadería en las últimas décadas, INTA se propuso contar con una herramienta que responda específicamente a este tipo de sistemas de producción, hecho que luego de un proyecto específico se logró mediante el desarrollo de Bienes.AR, un protocolo de evaluación de bienestar animal adaptado a las diferentes características que pueden presentar los feedlots a nivel nacional. Como resultado de este trabajo, se arribó a un protocolo que cuenta con mediciones capaces de responder de manera objetiva a los principios de bienestar animal centrados en la alimentación, el alojamiento, la salud y el comportamiento, posibilitando un diagnóstico integral que puede utilizarse como punto de partida para múltiples estrategias dentro de una empresa, con un potencial impacto positivo en términos de eficiencia y competitividad.

INTRODUCCIÓN


El crecimiento constante en la población mundial, estimada en cerca de 10.000 millones de personas para el año 2.050 (World Population History, 2025) conlleva a un innegable aumento en la demanda de alimentos. Para abordar este escenario, las estrategias a adoptar deben focalizarse en aprovechar al máximo los recursos del sistema alimentario (Serraj y Pingali, 2019) y adoptar políticas públicas que incentiven la productividad y eficiencia en un marco en el que se promuevan los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la agenda 2030 por la ONU (Pinillos, 2018). En este contexto, la expansión generada en las últimas décadas dentro del sector pecuario de América Latina representa una oportunidad para el desarrollo de sus países. En esta región, la ganadería cumple un rol preponderante en cuanto a economía y sostenibilidad, contemplando la producción que incorpore conceptos tales como “Una Salud” y “Un Bienestar” que refuerzan el principio de interdependencia entre la salud y el bienestar humano, así como la salud y el bienestar de los animales y se vincula con la salud de los ecosistemas y su sustentabilidad (Pinillos, 2018).

En la Argentina, la actividad ganadera representa una importante fuente de ingresos. En las últimas dos décadas, la producción primaria bovina ha cambiado parcialmente de los sistemas tradicionales de engorde extensivo hacia sistemas intensivos, debido a la tendencia mundial de intensificación de la producción animal, con un incremento del número de feedlots (Testa et al., 2021). Como una de las consecuencias generada por el proceso de intensificación, se experimentó un aumento significativo en la conciencia pública sobre la conservación del medio ambiente, la salud y el bienestar, los cuales están vinculados a la promoción de la inocuidad alimentaria, la seguridad alimentaria y la producción sostenible de alimentos (Broom, 2021; del Campo et al., 2021; Kaurivi et al., 2020).

Por otro lado, desde hace unos años hay un nuevo factor que le atribuye valor a los productos de origen animal, que es el de calidad de proceso, calidad social o calidad ética, donde adquieren fundamental importancia el bienestar de los animales y el cuidado del medio ambiente (del Campo et al., 2021). En este sentido, la ciencia ha mostrado que los animales de producción son capaces de experimentar emociones como el placer y el sufrimiento (Dawkins, 1988; Mendl y Paul, 2004), hecho que se traduce en el deber moral y ético de producir de acuerdo con dicha evidencia. Adicionalmente, la implementación de buenas prácticas ganaderas con foco en el bienestar animal ha demostrado tener un impacto positivo sobre el temperamento de los animales, en la relación humano-animal y también en la productividad y la calidad de la canal y de la carne (De Brito et al., 2017).

Al momento de identificar las acciones que se deben abordar para incorporar las mencionadas prácticas, resulta clave contar con herramientas que posibiliten obtener resultados concretos y que puedan evaluarse de manera objetiva. Entre estas herramientas, se cuenta con manuales de buenas prácticas ganaderas, guías, estándares, recomendaciones específicas, listas de verificación y protocolos de evaluación con foco en una o varias dimensiones del bienestar animal (nutrición, ambiente, salud, comportamiento y estado mental).

En los últimos años, se ha avanzado de gran manera en la generación de este tipo de herramientas. Por ejemplo, la OMSA elaboró -a través de su Código Sanitario para los Animales Terrestres- estándares, guías y recomendaciones de bienestar animal (OMSA, 2017). En el ámbito nacional, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrolló el Manual Práctico de Bienestar Animal, estableciendo recomendaciones para su implementación en el manejo de bovinos de producción (Aguilar, Rossner y Balbuena, 2012), mientras que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) elaboró un manual específico de bienestar animal que brinda un enfoque práctico para el buen manejo de especies domésticas durante su tenencia, producción, concentración, transporte y faena (SENASA, 2015). Por su parte, la Red de Buenas Prácticas Agropecuarias generó una guía para la implementación de buenas prácticas ganaderas en la producción de ganado vacuno de carne que cuenta con una sección específica de bienestar animal (Red BPA, 2019). Adicionalmente, en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a través de sus Proyectos Nacionales “Bienestar Animal en las cadenas pecuarias de interés nacional” y “Estrategias de innovación que con tribuyan al bienestar de los animales para una producción sostenible”, se está trabajando en el desarrollo de nuevas herramientas destinadas tanto para bovinos de carne como para otras especies y cadenas productivas.

En este contexto, se ha resaltado la importancia que tiene el desarrollo de herramientas confiables para la evaluación del bienestar animal (Montossi et al., 2013). Los protocolos de evaluación del bienestar son de utilidad tanto para el monitoreo y la evaluación comparativa entre diversos escenarios, así como para certificar el cumplimiento de determinados estándares de bienestar animal nacionales e internacionales (Munoz et al., 2018). La aplicación de un protocolo cubre un conjunto multidimensional e integrado de medidas que reflejan la adaptación e interacción de los animales con el entorno que lo rodea (Blokhuis et al., 2003).

Idealmente, un protocolo de evaluación debe priorizar el uso de mediciones basadas en animales para estimar el estado de bienestar real en el comportamiento, la salud y la condición física de los animales (Munoz et al., 2018). Sin embargo, las mediciones basadas en recursos y aquellas centradas en la gestión pueden respaldarse en aspectos científicos y en los conocimientos específicos que manejan los expertos en la temática, constituyéndose en alternativas acertadas en caso de no contar con indicadores basados en los animales (Blokhuis et al., 2010). Centrándonos en los sistemas de engorde, si bien se han desarrollado varias herramientas de evaluación para bovinos, tanto para sistemas intensivos (Gottardo et al., 2009; Welfare Quality, 2009; AssureWel, 2016) como para los extensivos (Kaurivi et al., 2020; Laven y Fabian, 2016), los mismos cuentan con mediciones que pueden no ser aplicables en todos los escenarios argentinos. A esto se suma el hecho de que los establecimientos argentinos cuentan con ciertas características que no son abordadas en tales protocolos (Racciatti et al., 2022). En base a esto, bajo una iniciativa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en articulación con el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (CCT INTA-IPCVA 24.788) y con el apoyo de la Cámara Argentina de Feedlot, se desarrolló un protocolo de evaluación de bienestar animal para bovinos de engorde a corral (Bienest.AR, 2021), una herramienta de evaluación que cuenta con mediciones válidas, confiables y prácticas (Racciatti et al., 2022).

IMPORTANCIA DEL BIENESTAR ANIMAL

Los eventos involucrados en el manejo del ganado destinado a la producción de carne constituyen acontecimientos estresantes en la vida de los animales. Por tal motivo, es importante contar con buenas prácticas de manejo, lo que implica, por un lado, que se realicen correctamente y, por el otro, que se pueda demostrar este hecho mediante registros correspondientes (Gallo, 2010). El cuidado del bienestar de los animales de producción tiene el potencial de generar un impacto positivo desde varios puntos de vista (Gallo, 2010; Langman, 2021):

Los aspectos éticos, cada vez más considerados tanto por consumidores como por profesionales del área, deben procurar evitar el sufrimiento de los animales destinados a la producción de carne para alimentación humana. La cantidad de carne producida, dado que el manejo inadecuado durante las etapas previas al sacrificio puede provocar la muerte del animal con la consecuente pérdida total del producto, o bien, disminuciones de peso de las canales y hematomas que se traducen en decomisos, causando menores índices productivos y perjuicios económicos.
La calidad de carne producida, ya que el manejo inadecuado peri-faena provoca estrés en los animales, traducido en cambios del color, pH y/o capacidad de retención de agua en la carne obtenida, lo cual lleva a un producto de menor aceptabilidad por parte del consumidor y de una vida útil potencial mente más acotada.
La eficiencia del sistema, dado que, al disminuir la mortalidad, las enfermedades y las lesiones en los animales, merman las pérdidas y los gastos derivados de las mismas.
La reducción en la necesidad de uso de antibióticos y otros agentes, lo que colabora a combatir la resistencia antimicrobiana.
El cumplimiento de las exigencias reglamentarias crecientes en cuanto al manejo de los animales de producción mediante estándares de bienestar aceptables.
La seguridad del personal encargado del manejo del ganado, dado que al evitar todo procedimiento que acentúe la reactividad, además de minimizar el riesgo de generar lesiones y estresores innecesarios en los animales, asegurará la integridad física de los trabajadores, mejorando el clima de trabajo diario.
La diferenciación a través de sistemas de certificación que permitan valorizar el producto y proceso involucrado dentro de un eslabón de la cadena. De esta manera, se ve posibilitado no sólo el cumplimiento de la legislación vigente, sino también el agregado de valor mediante la adopción de normativa que permita diferenciar al establecimiento.

Considerando la importancia que tienen la temática y los aspectos mencionados, es posible fortalecer las capacidades público-privadas nacionales, aumentando la competitividad y el valor de la cadena, así como la capacidad de responder ante futuras demandas de los mercados y/o exigencias reglamentarias nacionales e internacionales, y ante potenciales sistemas de certificación que permitan diferenciar el proceso.

Asimismo, al considerar el bienestar de los animales de producción se logra un avance importante en la búsqueda de estrategias que permitan lograr una producción ganadera sostenible, hecho que se visualiza a través de dos aspectos. El primero, con foco en la preocupación ética, que puede favorecer o restringir el consumo de alimentos de origen animal teniendo en cuenta las formas en que los animales han sido criados o sacrificados. En este sentido, el bienestar animal es, al mismo tiempo, una ética conductora con consecuencias económicas y un motor económico con peso moral, convirtiéndose en un componente necesario para la producción sostenible de alimentos (Paranhos da costa y Morales, 2011; Dawkins, 2017).


Por otro lado, la cuestión del bienestar animal también puede ser considerada como un elemento central del concepto de sostenibilidad, ya que influye y es influenciada por cada uno de los tres pilares de la sostenibilidad: preocupación por la preservación de los recursos naturales, mantenimiento de comunidades saludables y promoción de la vitalidad económica (Paranhos da costa y Morales, 2011). En cuanto a la importancia que tiene la temática, se puede concluir que implementar prácticas que consideren el bienestar animal otorga responsabilidad y sostenibilidad a la producción de alimentos y beneficia no sólo a los propios animales sino también a la salud pública, a la economía, al bienestar social y al medio ambiente (Pinillos, 2018).

QUÉ ES Y CÓMO EVALUAR EL BIENESTAR ANIMAL


Si bien existen numerosas definiciones que han sido desarrolladas para hacer referencia al bienestar animal, hay dos que han tenido un gran peso en términos del uso y simplicidad con el que se pone foco a la temática. La primera de éstas fue la propuesta por Broom (1986), la cual establece el bienestar animal como el estado que tiene un individuo en relación a sus intentos de hacer frente o lidiar con su entorno. La restante, propuesta desde la OMSA, lo define como “el estado físico y mental de un animal en relación a las condiciones en las que vive y muere” (OMSA,2017).

Además, el bienestar animal es considerado una ciencia holística y multifactorial que comprende tanto la salud física como la mental. Esto incluye varios aspectos, tales como el confort físico, la ausencia de hambre y enfermedad, así como la posibilidad de expresar comportamientos intrínsecamente motivados, entre otros (Botreau et al., 2007; Welfare Quality, 2009). Por tal motivo, al momento de evaluar el bienestar animal no existe un único indicador que refleje el estado de los animales. Para alcanzar este objetivo, es necesario acudir a un número mínimo de mediciones que permitan responder una determinada pregunta. Entre los requisitos necesarios para poder valorar el bienestar de los animales, los indicadores deben medir con base científica lo que se pretende evaluar (validez), proporcionar mediciones reproducibles con un determinado nivel mínimo de exactitud (fiabilidad), ser consistentes en el observador y entre observadores (concordancia), ser prácticos en cuanto a su aplicabilidad (factibilidad), priorizando las metodologías que no involucran técnicas invasivas (Bienest.AR, 2021). En este sentido, existe una amplia gama de mediciones destinadas a evaluar el bienestar de los animales, las cuales pueden dividirse en dos grandes grupos. El primero de ellos corresponde a las mediciones directas o basadas en el animal e incluye a las variables fisiológicas, comportamentales, de salud y productividad y de calidad de carne. El otro grupo se centra en lo que se denomina mediciones indirectas, las cuales pueden basarse en los recursos (interacción animal-medio ambiente), en los procedimientos de manejo (interacción animal-hombre) o en la gestión que la unidad productiva o establecimiento realice en términos del bienestar animal (Welfare Quality, 2009).

Los animales difieren en su genética, experiencia temprana y temperamento y, por lo tanto, pueden experimentar el mismo ambiente de maneras diferentes. Incluso, los ambientes similares pueden ser manejados de manera diferente por el ganadero, afectando aún más la experiencia de los animales. Debido a que el bienestar es una característica propia del animal, siempre que sea posible hay que poner foco en la evaluación del bienestar a través de medidas basadas en los animales (Welfare Quality, 2009).

Dado que las medidas basadas en los recursos (por ejemplo, el tipo de alojamiento y el espacio disponible) o aquellas basadas en la gestión (por ejemplo, estrategias de mejoramiento y planes de salud) no representan una garantía directa del bienestar de los animales, las mismas suelen evitarse dentro de los protocolos. Sin embargo, en aquellos casos en que no se dispone de una medida basada en animales para comprobar un determinado aspecto de bienestar animal, o bien cuando dicha medida no es lo suficientemente sensible o confiable, las mediciones de los recursos o la gestión podrían ser utilizadas para comprobar, en la medida de lo posible, el estado de los animales (Bienest.AR, 2021).

BIENEST.AR: EL PROTOCOLO COMO HERRAMIENTA

La tendencia actual de intensificación de los sistemas ganaderos ha favorecido la expansión de los feedlots. Como cualquier otro entorno, éste implica ciertos factores de riesgo para el bienestar animal y por tanto es necesario el desarrollo de indicadores objetivos y protocolos aplicables en estas condiciones, que además favorezcan la seguridad de los trabajadores. Esto debe permitir también aportar valor social a un producto con responsabilidad ética.

Tal como se mencionó previamente, hasta el año 2021 las herramientas existentes para evaluar el bien estar animal en bovinos de engorde a corral eran diversas y generalmente recurrían a metodologías de evaluación que no siempre son aplicables a los sistemas productivos locales. En base a esto, y teniendo en cuenta que los feedlots argentinos varían significativamente en infraestructura, capacidad, tipo de manejo empleado, alimentación y razas animales utilizadas, el objetivo se centró en desarrollar un protocolo de evaluación de bienestar animal para bovinos en engorde a corral, adaptado a las características de los establecimientos nacionales, tomando como punto de partida los principios y criterios utilizados por el protocolo Welfare Quality (2009), protocolo de mayor reconocimiento a nivel mundial. Identificando indicadores que se pudieran aplicar de forma exitosa, se arribó a Bienest.AR (2021), un protocolo de evaluación de bienestar animal en bovinos de engorde a corral estandarizado, priorizando los indicadores de bienestar que incluyen mediciones basadas en los animales que cumplen con la validez, confiabilidad y practicidad, y al mismo tiempo adaptados a los escenarios argentinos. Su implementación permite evaluar de manera íntegra y objetiva un establecimiento en el que exista interés de diagnosticar su sistema de engorde o quiera trazar un plan de mejora específico, como así también aspirar a futuro a un proceso de certificación de bienestar animal.

La presente herramienta prevé una evaluación integral del sistema de engorde que involucra los principios de buena alimentación, buen alojamiento y sectores de manejo asociados, buena salud y comportamiento apropiado, los cuales pueden ser calificados por criterios e indicadores para finalmente arribar a una calificación global del establecimiento. Como resultado de todo el proceso de desarrollo, del total de indicadores candidatos obtenidos de la búsqueda bibliográfica, 28 fueron seleccionados en base a su validez, confiabilidad y practicidad para integrar el protocolo final. Además, el protocolo final incluyó información sobre: introducción, objetivo, entrevista preliminar, orden de muestreo, tiempos estimados de evaluación, tamaño de la muestra, equipamiento requerido y pasos a seguir desde la llegada al establecimiento hasta la finalización de la evaluación.

PRINCIPIOS, CRITERIOS Y MEDICIONES DE BIENESTAR ANIMAL


Teniendo en cuenta que el bienestar animal es un concepto multidimensional que comprende tanto aspectos físicos como mentales, para su evaluación se establecieron cuatro principios básicos que derivan de las 5 libertades de bienestar animal (FAWC, 1993), así como del modelo de los 5 dominios (Melloret al., 2020). Los principios definidos son “Buena alimentación”, “Buen alojamiento y sectores de manejo apropiados”, “Buena salud” y “Comportamiento apropiado”. Dentro de cada principio, a su vez, se establecieron los criterios que responden al mismo y que permiten estudiar aquellas cuestiones que resultan significativas para el bienestar animal. De la misma manera, para poder evaluar cada uno de los criterios, se desarrollaron y establecieron indicadores válidos, confiables y con la practicidad necesaria para que en una jornada se pueda aplicar el protocolo en su totalidad. Estos indicadores representan los parámetros a evaluar para saber si los criterios se cumplen y en qué medida (Tabla 1).


En forma complementaria, el protocolo Bienest.AR cuenta con una encuesta que posibilita la obtención de información actualizada sobre el establecimiento con anterioridad a la evaluación in situ. En dicho espacio, se obtienen datos específicos adicionales de cada uno de los cuatro principios de bienestar animal, los cuales complementan la información obtenida a través de las mediciones pertenecientes al protocolo. También, con la finalidad de identificar la política de bienestar animal adoptada por el establecimiento, se procede a realizar preguntas que permiten conocer el objetivo por el cual un productor decide realizar la evaluación del bienestar animal, en donde se destacan como principales opciones la realización de un diagnóstico, la implementación de un plan de intervención y/o la estrategia para lograr una determinada certificación en bienestar animal.

CONCLUSIÓN

A pesar de la existencia de numerosas y diversas técnicas de evaluación del bienestar animal para bovinos de carne, no todas ellas eran adecuadas para los feedlots argentinos. Bienest.AR es el primer protocolo de evaluación del bienestar de los bovinos engordados en estos sistemas, por lo que representa una herramienta inédita en Latinoamérica que recopila en un solo documento indicadores válidos, confiables y prácticos. Su utilización posibilitaría arribar a diagnósticos detallados que representan un insumo para que los actores de la cadena identifiquen las acciones correctivas tendientes a resolver aspectos puntuales. De esta manera, se vería posibilitada la adopción de tecnología estratégica orientada a promover el bienestar animal, tema que representa una marcada tendencia en países desarrollados que, en su mayoría, son parte del mercado de exportación de la carne argentina. Al ser un área temática de paulatino crecimiento en el país, el hecho de ofrecer un protocolo que permita identificar las falencias en términos de bienestar animal podría generar una actitud que propicie el cambio y la búsqueda de innovaciones tecnológicas que atiendan las demandas del mercado.

Por todo lo mencionado, la incorporación del protocolo brindaría al sector una herramienta de diferenciación que, de ser aplicada, podría traducirse en una mejora tanto de la rentabilidad como en la calidad integral de la carne obtenida. En este contexto, resulta importante continuar con la generación de herramientas de bienestar animal. Contando con el apoyo del IPCVA y en el marco del Proyecto Nacional de INTA “Estrategias de innovación que contribuyan al bienestar de los animales para una producción sostenible”, en el corto plazo se estarán lanzando nuevos protocolos para la evaluación en otros sistemas de producción, así como en otros eslabones de la cadena productiva de la carne bovina.

FINANCIAMIENTO


El desarrollo de Bienest.AR (2021) contó con el apoyo del IPCVA y del INTA a través del Convenio de Cooperación Técnica 24788.

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