El Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea difundió a fines de octubre un documento donde analiza distintos aspectos vinculados a la coyuntura de la cadena agroindustrial de la carne bovina nacional. Presentamos el resumen ejecutivo del informe.
En materia de producción, luego de crecer a tasas superiores al 7% anual durante los últimos dos años, el volumen de carne que la cadena ofrece al mercado se toma un respiro este año y se encamina hacia una cifra muy parecida a la del 2018. Como escenario base, IERAL trabaja con una producción final de 3,07 millones de toneladas, que compara contra las 3,06 millones del año pasado. La estabilización de la producción viene acompañada de un cambio en la composición de animales faenados, con mayor participación de hembras. La faena de hembras cerrará en torno al 48% del total, porcentaje que excedería (levemente) el límite que garantiza la sustentabilidad del rodeo. De todos modos, hay quienes sostienen que el excedente de hembras faenadas habría sido de vacas de muy baja productividad y su ausencia pasaría bastante desapercibida en el sistema. Es difícil precisar la fecha exacta pero desde algún momento del año pasado se fue deteriorando la confianza y las buenas expectativas que prevalecían entre los actores (fundamentalmente del eslabón primario) respecto del futuro de la actividad. Hoy hay mucha incertidumbre vinculada a la evolución de la macroeconomía, el sistema financiero y la política económica (inflación, tasas de interés, derechos de exportación, control de cambios) pero también a la política y al riesgo del regreso de intervenciones discrecionales en el funcionamiento de la cadena (cupos y encajes de exportación, precios máximos, etc.).
En materia de exportaciones, a pesar que parecía difícil superar los elevados volúmenes colocados en 2018, los envíos continuaron expandiéndose a gran velocidad este año, particularmente los de carne congelada. En los primeros ocho meses se llevaban exportadas 322 mil toneladas producto, un crecimiento del 47% respecto de mismo período de 2018. China está siendo clave en este boom exportador, los envíos hacia el gigante asiático se han duplicado de un año a otro.
En términos de divisas, las colocaciones externas de carnes frescas bovinas ya habían generado US$ 1.712 millones en los ocho primeros meses del año, con una proyección de alcanzar los US$ 2.800 millones en todo 201 9, una cifra que será record histórico. Según el último informe del USDA, el país se ubicará este año como quinto exportador global en un ranking liderado por Brasil y seguido de Australia, India, y Estados Unidos. La novedad es que este año se supera a Nueva Zelanda, que ocupaba esa quinta posición. Vale la pena también recordar que en 2015, es decir hace sólo cuatro años, la Argentina ocupaba el 10° lugar en este ranking. De acuerdo a la trayectoria mostrada en el transcurso del año y a lo que se puede proyectar hasta el cierre, el consumo interno se ubicaría en torno a los 52 kg/año promedio por habitante, un importante ajuste (8%) respecto al 2018. Debe advertirse que esta menor absorción de carne en el mercado interno ha sido (está siendo) acompañada de precios consumidor relativamente estables (en términos reales), lo que revela que la caída del consumo no obedece tanto a una “ausencia de producto” o “una disparada de los precios internos” sino más bien a una “ausencia de ingresos”, es decir a recursos insuficientes en ciertos segmentos de la población para sostener la demanda. Si bien el consumo interno de carne bovina se ubica en un nivel muy bajo en perspectiva histórica, no es el caso del consumo de todas las carnes.
En efecto, se estima un consumo promedio de 110 kilos per cápita para 2019, consolidando las tres carnes locales más relevantes (bovina, aviar y porcina), una cifra que se asemeja a la del año 2009 y que supera, por caso, a la de los años 2010, 2011, 2012 y 2014, por citar períodos recientes. La evolución que muestran los precios de la hacienda revela los matices del mercado. Por un lado, la exportación con una gran dinámica y muy focalizada en atender la demanda china, que no exige mucha calidad y por ende puede ser satisfecha con los animales de menor valor del rodeo (vaca, la categoría más valorizada); pero por el otro lado, el mercado interno, el 70% del mercado total, con muchos problemas para sostener el consumo, que sigue demandando animales de mayor calidad, pero que no tiene fuerzas suficientes para convalidar subas importantes de precios en góndola y, por ende, de hacienda. Los valores de la hacienda medidos en moneda extranjera se encuentran hoy muy bajos, lo que significa una gran ventaja competitiva y una gran oportunidad para los meses que vienen para el sector exportador. En el mes de septiembre la hacienda se ubicó en torno a los US$ 1,14 por kilo vivo (precio promedio ponderado de los animales faenados), el valor más reducido de los últimos diez años. Un dato importante es que el país pasó a tener, con las últimas devaluaciones, la hacienda más barata de la región. Desde setiembre del año pasado, las exportaciones de carne bovina se encuentran gravadas.
La alícuota actual de DEX se aproxima al 5,2%, una tasa sensiblemente menor a la que prevaleció durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez de Kirchner (15%). El gran interrogante es qué sucederá con esta tributación en los próximos años. De acuerdo a las estimaciones, el gobierno estaría recaudando este año cerca de US$ 177 millones de DEX cobrados en exportaciones de cortes enfriados y congelados de carne bovina. Luego de la depreciación del peso en las semanas post-PASO, los márgenes brutos de exportación, que venían bastante estabilizados en un buen nivel en el primer semestre, llegan a los porcentajes más altos en las cuatro integraciones que IERAL monitorea.
Hay que recordar que los márgenes brutos surgen del cociente entre el valor del kilo de carne exportado (un promedio ponderado de cortes y precios según destinos) y el costo de la hacienda (materia prima) para producir ese kilo de carne. El dato más destacable es la gran mejora en el margen bruto de la Integración que refleja los envíos de carne a países de ingresos medios-bajos (China actualmente). Con respecto al momento actual y las perspectivas a futuro, los actores se encuentran en “modo espera” de cómo evolucionen distintas variables que afectan la economía en general y particularmente la producción de animales. La ganadería es el inicio del proceso y todos los restantes actores de la cadena dependen del ánimo, la inversión y los resultados productivos que logran los establecimientos ganaderos.
A los precios actuales de la ganadería y sin condiciones macroeconómicas y de reglas de juego claras, que alienten la inversión, la “espera” actual puede transformarse en un paso atrás. Por el contrario, la actividad puede salir de su letargo rápidamente si se disipa la incertidumbre económica y si se conoce la propuesta económica que el próximo gobierno tiene para con la ganadería y la cadena de la carne.
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