Beber leche ayuda a los niños, adolescentes y adultos a satisfacer sus necesidades de nutrientes, incluidos los nutrientes que son motivo de preocupación para la salud pública. Las principales organizaciones de salud recomiendan beber leche como un componente fundamental de las dietas saludables para los niños pequeños, y las Pautas Dietéticas para Estadounidenses (DGA) de 2020 recomiendan elegir como bebida leche baja en grasa o sin grasa como parte de patrones dietéticos saludables a partir de los dos años de edad. Las investigaciones indican que el consumo de productos lácteos, incluida la leche, no está relacionado con un mayor riesgo de obesidad en niños, adolescentes o adultos y que incluso puede ayudar a reducir dicho riesgo. Alentar a adultos y niños a agregar una porción diaria más de productos lácteos a su patrón dietético es una forma práctica de ayudar a cumplir con las recomendaciones.
Las DGA 2020 recomiendan tres porciones diarias de productos lácteos bajos en grasa o sin grasa, incluida la leche, para los mayores de nueve años, dos porciones y media para niños de cuatro a ocho años y dos para niños de dos a tres años como parte del patrón dietético saludable1. También recomienda de una y media a dos porciones de productos lácteos enteros y bajos en grasa para niños pequeños de 12 a 23 meses. Si bien los niños menores de 12 meses no deben beber leche de vaca, las DGA recomiendan proporcionar pequeñas cantidades de yogur y queso a los bebés de 6 a 12 meses, dependiendo de su de-sarrollo1. Los adultos y niños de dos años en adelante que cumplan con las recomendaciones lácteas es menos probable que estén por debajo de las indicaciones para una serie de nutrientes esenciales, incluyendo calcio, magnesio, fósforo, proteínas, riboflavina, vitamina A, vitamina B12, vitamina D, selenio, potasio y colina2. La leche también es la principal fuente de tres nutrientes de preocupación en salud pública (calcio, vitamina D y potasio) para niños de dos a 18 años y es la principal fuente alimenticia de calcio y vitamina D para todos los mayores de dos años3. La leche proporciona, en promedio, más del 35% de la ingesta diaria vitamina D, 19% de la ingesta diaria de calcio y 9% de la ingesta diaria de potasio de los estadounidenses de dos años o más3.
Sin embargo, menos de uno de cada tres niños y jóvenes de dos a 18 años y de uno de cada siete adultos cumplen con las recomendaciones de consumo de lácteos2. En promedio, los niños pequeños son los que más se acercan, el consumo de lácteos tiende a caer por debajo de las cantidades recomendadas cuando los niños van a la escuela, una tendencia que continúa durante la adolescencia y la edad adulta4. Los niños pequeños de 12 a 23 meses consumen, en promedio, dos porciones y media de productos lácteos por día, la mayor parte de las cuales es leche1. Los estadounidenses de 19 años en adelante, por lo general, consumen sólo una porción y media de productos lácteos al día, la mitad de las cuales es leche3. Debido a que una porción de leche baja en grasa cuesta alrededor de 20 centavos de dólar5, beber leche es una forma práctica y asequible de cerrar o reducir las brechas de nutrientes y cumplir con las recomendaciones. Los productos lácteos, son las fuentes de calcio y vitamina D de menor costo en la dieta y se encuentran entre las fuentes de potasio, magnesio, vitamina A, riboflavina (B2) y vitamina B12 de menor costo6,7.
Beber leche ayuda a lograr la adecuación de nutrientes dentro de los límites recomendados de energía y azúcares añadidos
La DGA 2020 recomienda elegir agua y bebidas sin azúcar (como jugos 100% de frutas o vegetales, leche baja en grasa o sin grasa, o bebidas de soja fortificadas) dentro de patrones dietéticos saludables en lugar de bebidas azucaradas (SSB) como refrescos, bebidas de frutas, bebidas deportivas y bebidas energéticas1. Las bebidas azucaradas no son un componente de los patrones dietéticos del USDA y no son necesarias en la dieta de niños o adolescentes1. Sin embargo, a medida que los niños crecen tienden a elegir estas bebidas menos nutritivas en lugar de leche, una tendencia que se prolonga hasta la edad adulta4. El consumo de leche disminuye con la edad: representa casi un tercio (32,1%) de la ingesta de bebidas entre los 2 y los 5 años, pero cae a menos del 15% entre los adolescentes y adolescentes de 12 a 19 años8. Los niños y jóvenes de 4 a 19 años que consumen la mayor parte de las calorías a partir de bebidas distintas a la leche y el jugo 100% de fruta tuvieron puntuaciones de calidad de dieta más bajas y consumieron más calorías y azúcares agregados que los que las obtenían de leche o jugo 100% de frutas9. Las DGA de 2020 señalan que “el aumento de la ingesta de bebidas azucaradas y la disminución de la ingesta de lácteos son componentes dietéticos con cambios notables y preocupantes en el consumo entre los jóvenes1”.
La leche natural no proporciona azúcares añadidos y la leche saborizada aporta, en promedio, entre el 5% y el 6% de los azúcares añadidos10 a las dietas de niños de 2 a 11 años y alrededor del 2% de los azúcares añadidos a las dietas de los adolescentes11. La Declaración de Política de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) sobre refrigerios, bebidas endulzadas, azúcares añadidos y escuelas apoya la adición de pequeñas cantidades de azúcares a alimentos ricos en nutrientes como la leche para aumentar el consumo de los niños12. La AAP utiliza leche saborizada como ejemplo del equilibrio necesario para limitar azúcares añadidos y al mismo tiempo promover alimentos ricos en nutrientes.
Las principales organizaciones de salud recomiendan que los niños beban leche como parte de un patrón dietético
saludable
Cuatro organizaciones de salud líderes (la Academia de Nutrición y Dietética, la Academia Estadounidense de Odontología Pediátrica, la AAP y la Asociación Estadounidense del Corazón) publicaron Recomendaciones de Bebidas Saludables para niños de 0 a 5 años de edad13. La declaración reconoce que la leche es un “componente crítico de una dieta saludable” y recomienda de dos a tres tazas al día de leche entera para niños de 12 a 24 meses, dos tazas de leche semidescremada o descremada para niños de 2-3 años y dos tazas y media de leche semidescremada o descremada para niños de cuatro a cinco años. La declaración de Recomendaciones de Bebidas Saludables y la DGA se alinean en sus recomendaciones de que los niños no deben consumir bebidas de origen vegetal alternativas a la leche, excepto las bebidas de soja fortificadas. Como lo afirma la declaración de Recomendaciones de Bebidas Saludables, las bebidas vegetales sin soja están formuladas de manera inconsistente, lo que significa que varían en contenido de nutrientes y azúcar agregado, y “no son un sustituto igual de la leche de vaca”.
La investigación indica vínculos beneficiosos o neutrales entre el consumo de productos lácteos y
la obesidad
La obesidad es un problema crítico de salud pública y pone a niños y adultos en riesgo de tener mala salud a corto y largo plazo14. Las investigaciones realizadas desde 2015 indican que el consumo de productos lácteos, incluida la leche, en las cantidades recomendadas está relacionado con impactos beneficiosos en el índice de masa corporal (IMC) de los niños y que los niños y adolescentes que consumen productos lácteos como parte de patrones dietéticos equilibrados en calorías tienen más probabilidades de lograr un cuerpo magro. Los resultados de dos metanálisis15,16, una revisión sistemática17, y siete estudios prospectivos de cohortes y transversales18–24 indican que el consumo de leche y productos lácteos en las cantidades recomendadas no está relacionado con obesidad infantil.
Beber leche tampoco está relacionado con un mayor riesgo de sobrepeso en adultos y puede reducir el riesgo sobrepeso o desarrollar obesidad. Una revisión sistemática que incluyó 16 estudios encontró que beber leche reducía el riesgo de obesidad en adultos en un 23%16. Un metanálisis de seis estudios no encontró evidencia de que el consumo de leche o productos lácteos estuviera relacionado con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en adultos25. Un segundo metanálisis encontró que, en el contexto de una dieta restringida en energía, una mayor ingesta de productos lácteos daba como resultado menor masa grasa y peso corporal26.
La evidencia emergente de ensayos controlados aleatorios y estudios observacionales prospectivos también indica un efecto beneficioso potencial del consumo de productos lácteos sobre las medidas de adiposidad en mujeres adultas27–30. Se necesita más investigación para describir completamente la asociación entre el consumo de productos lácteos como parte de un patrón dietético con equilibrio calórico y un mantenimiento de un peso saludable.
Referencias
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