El informe “Once Reglas de Oro para una Pesquería Verdaderamente Socioecológica”1 presenta el trabajo científico de una treintena de los principales especialistas mundiales en océanos. Tras un importante proceso de búsqueda de consenso, estos expertos acordaron una redefinición del concepto de “pesca sostenible” y proponen once “reglas de oro”. Si se aplican, estas reglas transformarían la pesca en activos para alcanzar los mejores objetivos internacionales en materia de clima, biodiversidad y seguridad alimentaria.
En marzo de este año, un grupo de expertos que incluye a muchos de los principales especialistas del mundo en océanos publicó el resultado de un esfuerzo científico sin precedentes donde redefinen el concepto de “pesca sostenible” y proponen once “reglas de oro” que desafían la noción errónea que prevalece hoy en la gestión pesquera. Estas once “reglas de oro” se han ideado para poner fin a la destrucción continua de los océanos causada por la pesca y garantizar la renovación de abundantes poblaciones de peces para alimentar a las generaciones futuras. La propuesta llega en un momento en que los científicos han rebajado drásticamente su evaluación del estado de salud de los océanos y cuando dos tercios de los arrecifes de coral del mundo están expuestos a temperaturas potencialmente letales.
Estas once acciones innovadoras están destinadas a ser implementadas por empresas, gobiernos y legisladores y se basan en dos principios fundamentales. Por un lado, la pesca debe minimizar los impactos sobre las especies y los hábitats marinos, adaptarse al cambio climático y permitir la regeneración de la vida y los hábitats agotados. Por otro lado, debe apoyar y mejorar la salud, el bienestar y la resiliencia de las personas y las comunidades (en particular, de los más vulnerables) y no simplemente beneficiar a las corporaciones que dirigen estrictamente las ganancias hacia los propietarios y accionistas mientras dejan que otros carguen con los costos. Veamos un resumen de las reglas de oro y por qué son necesarias:
Para regenerar la salud del océano
Acción 1 – Pescar menos y minimizar el impacto La sobrepesca, causada por una regulación inadecuada y una gestión basada en el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) deficiente, agota las especies vulnerables y destruye la complejidad de los ecosistemas. Mantener niveles más altos de biomasa para todas las especies restablecería el funcionamiento del ecosistema, reduciría el riesgo de gestión y amortiguaría los cambios ambientales. La gestión adaptativa al clima y un objetivo de biomasa de al menos el 60% de los niveles no explotados son esenciales para la pesca sostenible y la mejora del secuestro de carbono.
Acción 2 – Prohibir los métodos de pesca destructivos
Los métodos de pesca destructivos, como la pesca de arrastre, el dragado y las redes de cerco demersal, dañan los hábitats marinos, alteran las reservas de carbono y causan una importante captura incidental, lo que pone en peligro a especies y ecosistemas vulnerables. Para mitigar estos impactos es necesario utilizar artes de pesca más selectivas, rediseñar los equipos o modificar las prácticas para reducir la captura incidental. La aplicación de normas de sostenibilidad más estrictas y la promoción de métodos menos dañinos, como las líneas de mano, son esenciales para garantizar los derechos a los recursos a largo plazo y preservar las conexiones culturales con la vida marina.
Acción 3 – Restringir el tamaño de los barcos pesqueros
Los avances tecnológicos han concentrado el poder pesquero en menos manos y en barcos cada vez más grandes, lo que ha provocado el agotamiento de las especies locales y prácticas intensivas en carbono, especialmente en las pesquerías de aguas distantes y en las que se utilizan artes de pesca móviles pesadas como las redes de arrastre. Algunas embarcaciones son ahora tan grandes que provocan controversias y protestas dondequiera que pescan. Las flotas de pequeña escala que generan mucho empleo pueden mitigar estos impactos distribuyendo el esfuerzo y apoyando a las comunidades costeras, aunque también pueden enfrentarse a desafíos como la sobrepesca. Abordar el problema de los aparejos de pesca perdidos o descartados involuntariamente, como las redes de enmalle, las trampas y los dispositivos de concentración de peces a la deriva, mediante iniciativas obligatorias de etiquetado y reciclaje es esencial para reducir la contaminación de los océanos.
Acción 4 – Obtener recursos de pesquerías bien gestionadas
La gestión de la pesca suele depender de la toma de decisiones colectivas por parte de varios Estados, lo que a menudo ha dado lugar a decisiones insostenibles que pasan por alto las recomendaciones científicas, como es el caso del atún de aleta amarilla del océano Índico. Sin embargo, la otrora notoria mala gestión del atún rojo del Atlántico ha demostrado que una toma de decisiones más responsable puede restaurar la vida marina. Las normas de control de las capturas o la gestión basada en derechos han demostrado ser eficaces, aunque ambas tienen sus límites. La diversificación de la pesca hacia nuevas poblaciones requiere conocimiento previo y una regulación preventiva para evitar la repetición de errores históricos. Las actividades pesqueras dirigidas a especies que sustentan servicios ecosistémicos críticos, como el krill o los peces mesopelágicos (de aguas profundas), podrían tener efectos de largo alcance en la salud y el funcionamiento de los océanos.
Acción 5 – Proteger activamente los ecosistemas
Los administradores pesqueros deberían proteger de manera proactiva los hábitats y la integridad ecológica de las zonas de pesca, considerando cuándo, dónde y cómo se lleva a cabo la pesca. Garantizar la exclusión de las pesquerías de especies o lugares de alta vulnerabilidad o difíciles de monitorear debería ser parte de la gestión pesquera moderna. Por ejemplo, las buenas prácticas incluyen la gestión espacial y temporal de la pesquería de langosta canadiense para proteger a las ballenas, las reservas marinas cerradas a la pesca para proteger las pesquerías artesanales de arrecifes en el Caribe y la restricción a métodos de pesca estáticos para restaurar el lecho marino en el Reino Unido.
Acción 6 – Proteger plenamente las especies y los hábitats vulnerables
Algunas especies y lugares son inherentemente más vulnerables a la pesca, incompatibles incluso con niveles bajos de explotación. Por ejemplo, la vulnerabilidad de las especies de aguas profundas al agotamiento y a las condiciones ambientales alteradas significa que no se debe pescar a más de 500 m de profundidad con artes industriales. Las acciones de conservación pueden ser apoyadas por la recuperación de los ecosistemas a estados más naturales, proporcionando así sitios de referencia intactos aún no perturbados, que nos ayuden a entender más plenamente el impacto de las actividades antropogénicas y prevenir la expansión dañina de la pesca en los ecosistemas más sensibles.
Para priorizar a las personas antes que la rentabilidad
Acción 7 – Proteger los derechos humanos y los medios de vida
La falta de respeto a los derechos humanos, incluidos el trabajo en condiciones de servidumbre y peligrosas, son generalizados, incluso en las pesquerías de aguas distantes, y se ven exacerbados por la sobrepesca y el aumento de los costos. Las pesquerías cómplices deben ser boicoteadas y desmanteladas. Estas pesquerías a menudo socavan la seguridad alimentaria y los medios de vida de las comunidades locales, como se ve en África occidental. Las pesquerías deben centrarse en producir productos de primera calidad para los mercados locales, asegurando una mayor retención de ganancias por parte de los actores en pequeña escala y priorizando el consumo humano directo, en lugar de abastecer a mercados distantes o industrias no alimentarias.
Acción 8 – Garantizar una gestión justa y transparente
La asignación de derechos de pesca a menudo favorece a grupos con precedentes históricos, capital concentrado y un importante poder de influencias, marginando a otros. Para mejorar la justicia y la transparencia, los administradores pesqueros deben priorizar la equidad junto con la sostenibilidad y establecer procesos equitativos de asignación de recursos, asegurando que los derechos de los pueblos locales y los pescadores en pequeña escala se consideren primero. Además, se necesitan procesos de toma de decisiones participativos inclusivos y transparentes para integrar a los titulares de derechos y las partes interesadas locales, incluida la sociedad civil, para garantizar una distribución equitativa de los beneficios.
Acción 9 – Armonizar las buenas prácticas corporativas
Las empresas multinacionales, incluidas las del sector pesquero, suelen ser criticadas por sus normas incoherentes, como el uso de mano de obra infantil o condiciones de trabajo inseguras en zonas menos reguladas, o por operar bajo banderas de conveniencia para evitar regulaciones estrictas. Esta práctica, aunque legal, no es ética y aumenta el riesgo de pesca ilegal y abusos laborales. Una definición más inclusiva de la sostenibilidad exige que las empresas apliquen buenas prácticas a nivel mundial, eviten las banderas de conveniencia, se comprometan con la responsabilidad social corporativa y promuevan el bienestar local en lugar de simplemente evitar daños.
Acción 10 – Reducir los subsidios perjudiciales
Los subsidios perjudiciales, como las exenciones fiscales sobre el combustible, los aparejos de pesca con descuento, el apoyo a la construcción de buques y los pagos por el acceso a aguas extranjeras, socavan la pesca sostenible al aumentar el poder pesquero y las ganancias de las empresas privadas. En 2018, los subsidios globales para aumentar la capacidad ascendieron a 22.200 millones de dólares, y más del 80% beneficiaron a la pesca industrial en gran escala, lo que conduce a la sobrepesca, la degradación de los ecosistemas y la escasa inversión social. A pesar del acuerdo de la Organización Mundial del Comercio de 2022 para prohibir ciertas subvenciones a la pesca ilegal o no reglamentada, un acuerdo que aún no ha entrado en vigor, siguen existiendo muchas subvenciones perjudiciales fuera del acuerdo debido a la falta de consenso, lo que retrasa una reforma integral.
Acción 11: Prohibir estrictamente la pesca ilegal
La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) socava la gestión pesquera y los derechos humanos, por lo que los minoristas deben adoptar un enfoque de tolerancia cero en sus prácticas de adquisición. La pesca INDNR, vinculada a la delincuencia transnacional, la esclavitud moderna y la inseguridad alimentaria, genera entre 9.000 y 17.000 millones de dólares anuales a partir de entre 8 y 14 millones de toneladas métricas de capturas ilegales. Los minoristas deben evitar las empresas que se dedican a la pesca INDNR y las que utilizan puertos no regulados por el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto, que permiten una supervisión más débil. La aplicación de medidas disuasorias sólidas y la eliminación de los subsidios gubernamentales y las certificaciones de sostenibilidad para los infractores son cruciales para combatir la pesca ilegal y no reglamentada.
1 El artículo científico completo se publicó en septiembre de 2024 en la revista Nature’s npj Ocean Sustainability y está disponible de forma gratuita en la dirección: https://doi.org/10.1038/s44183-024-00078-2