Del 16 al 19 de octubre tuvo lugar en la Universidad de Córdoba el congreso de alimentos que genera la mayor participación de jóvenes científicos y tecnólogos de los centros de producción de ciencia de la Argentina. En esta novena edición hubo colaboraciones de Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, entre otros países. Con treinta conferencias programadas, ochenta presentaciones orales y más de mil presentaciones en posters, el CICyTAC fue el escenario ideal para observar la amplitud de temas y las tendencias en el mundo de la tecnología de los alimentos. Presidió el congreso el Dr. Alberto Edel León, que estuvo acompañado en el acto inaugural por el Rector de la Universidad Nacional de Córdoba Jhon Boretto. En el acto de clausura se distinguió a la Dra. María Cristina Añón con el Doctorado Honoris Causa por su extensa y valiosa trayectoria.
En el acto inaugural, el Dr. Alberto León, Coordinador del Comité Científico, destacó el apoyo del Gobierno de Córdoba para la realización del IX Congreso en momentos difíciles para la labor de los investigadores argentinos. En clara alusión al modo en el que el poder político nacional considera la labor universitaria expresó, “No sólo tenemos problemas presupuestarios, sino que cotidianamente sufrimos agresiones a las que no estábamos acostumbrados los docentes ni el mundo académico en su conjunto”. Subrayó que estos congresos deben ser aprovechados porque después de la pandemia se vio la necesidad del encuentro directo entre tecnólogos, docentes, investigadores, alumnos, becarios y científicos para interactuar. Según el Secretario de Ciencia y Tecnología de Córdoba y Presidente del Comité Organizador, Dr. Gabriel Raya Tonetti, este tipo de acontecimientos no sólo son importantes por la ciencia y la tecnología en sí mismas, sino por la directa articulación con el sector productivo e industrial.
Durante las tres jornadas se convocó a empresarios, científicos y a los diseñadores de las políticas públicas, tres ejes en los que se apoya el progreso de la producción alimentaria. El congreso incluyó en su temática el tema de la inocuidad, el envasado y empaquetado, y se mencionó a la nanotecnología y la biotecnología como herramientas para la innovación necesaria para los desafíos próximos.
Asimismo, se convocó al sector socio-productivo a presentar las necesidades de nuevos conocimientos para el desarrollo de su campo y de ese modo, trabajar la programación del próximo congreso. A lo largo de las jornadas, se concretaron encuentros para la transferencia de desarrollos tecnológicos para la industria de los alimentos.
El Ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Córdoba, Pedro Dellarosa, resaltó el valor de su provincia como territorio de gran desarrollo industrial. “Una de esas industrias la constituye el sector alimentario, razón por la cual se vuelve necesario contar con técnicos, tecnólogos, ingenieros y científicos que puedan impulsar todo el potencial de la provincia, tanto para proveer al país como para aumentar las exportaciones”, expresó.
Alberto León – Presidente del Comité Científico.
“Todo el sistema científico tecnológico está involucrado en generar más valor”
¿Qué lugar ocupa, en el contexto sociopolítico argentino, este congreso?
Creo que hoy se da un fenómeno muy particular. Todo el ecosistema científico, tecnológico, docente y de innovación ha ido aprendiendo a vincularse con las empresas y a trabajar en cooperación con ellas. En forma paradójica, en este momento estamos sufriendo una andanada de agresiones que no tienen que ver sólo con la disminución del presupuesto sino con ataques provenientes del gobierno nacional, con insultos, degradación, lo que tiene que ver con una visión de país para la cual la ciencia es poco o nada útil. Ese es el principal problema que estamos atravesando en este momento. Por eso, en lugar de estar produciendo para un país que quiere servirse de los conocimientos que producen nuestros científicos para favorecer el desarrollo y la innovación, estamos encontrando pequeños resquicios en algunas industrias que aún quedan que tienen algún interés, pero el aparato productivo está en retroceso, por lo tanto, no se le ocurre invertir en I+D.
¿Cómo repercute eso?
Tengo becarios que se doctoraron y que con el recorte no tuvieron la beca postdoctoral; no solamente se pierde un recurso humano altamente calificado, sino que además se corta una línea de investigación porque no habrá quien la pudiera seguir. Otro caso, el Instituto de Ciencia y Tecnología Córdoba, dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba, cuenta con unos treinta investigadores y unos treinta becarios. Yo lo estoy dirigiendo desde hace dos años y veo a los jóvenes cómo están mirando los clasificados y visitando ferias para buscar dónde insertarse y resolver su futuro, porque no podemos ofrecerles seguir con sus capacitaciones. Tenemos gente que tiene el ingreso aprobado a la carrera de investigador, sin embargo, no los nombraron, se les acabó la beca y se quedaron en la calle esperando una designación para la cual ya estaban avalados, evaluados y aprobados. Éstos y otros hechos puntuales están enmarcados en un concepto de país que prescinde de la ciencia y la tecnología, lo que significa prescindir de la soberanía del conocimiento.
Los científicos argentinos no merecen eso…
Lo más lamentable es que ocurre en un momento en que estamos mejor preparados para el trabajo conjunto con el sector productivo empresario. Siempre la Argentina ha hecho innovación. No llegan a diez los países en el mundo que fabrican radares, satélites, que puedan poner cohetes en el espacio, hagan el desarrollo de la siembra directa y de precisión, la producción de vacunas, etcétera. Todo esto son logros del campo científico técnico argentino. Aquí mismo, en Córdoba, la industria metalúrgica ha llegado lejos. Pero lo que quiero significar es que no se trata de hechos aislados, sino que todo el sistema científico tecnológico está puesto en valor a lo largo de toda la cadena. Todos los que trabajan están involucrados en generar más valor, aún aquellos que ocupan lugares básicos.
¿Qué hechos favorecieron este compromiso de todo el sector científico tecnológico?
En principio éramos varios que estábamos insistiendo en que la ciencia tiene que tener un “para qué”. Pero, además, un hecho fortuito como la pandemia hizo que muchos investigadores decidieran aplicar logros de sus investigaciones en temas no considerados antes. El CONICET y el sistema científico fueron capaces de apreciar esos cambios y no castigarlos como hubieran hecho en otra época. Eso hace que ahora haya científicos que hacen repelentes, por ejemplo. En otro momento a esos investigadores se les hubiera dicho “nosotros te pagamos para que trabajes en la frontera del conocimiento. Empezá a producir papers y no te pongas a producir repelentes. Hoy se entienden esas necesidades y ese involucramiento de la gente de ciencia en los problemas del país.
¿Qué factores propiciaron el éxito de este IX Congreso?
Entre otros aspectos, creo que el temario es muy atractivo. La conferencia plenaria inicial fue pensada como un tema transversal a todos los sectores para abrir un panorama de por dónde se vincula la ciencia y la tecnología con el sector empresario productivo. Después hemos programado conferencias sobre etiquetado y denominación de origen. Es importante también la mirada sobre alimentos fermentados proveniente del CERELA, y otro tema muy interesante es el de “Alimentos para la Salud Mental: mito o realidad”. Y así podría seguir nombrando ponencias que están a cargo de disertantes calificados de la Argentina y del exterior. Por otra parte, el cierre de este congreso lo hará la Dra. Cristina Añón, que fue mi directora de tesis hace muchos años. A ella la Universidad Nacional de Córdoba le otorgará el título de Doctora Honoris Causa por su trayectoria intachable y ella nos ofrecerá la conferencia plenaria final titulada “Mirando al futuro”. Más allá de las dificultades mencionadas, luego de la clausura de este IX Congreso comenzaremos a trabajar sobre el próximo, que queremos que sea muy especial, ya que se trata de la décima edición.