María Belén Mattio nació en la ciudad santafesina de Capitán Bermudez, su lugar de residencia de toda la vida, y actual vive en Granadero Baigorria, en las puertas de Rosario. Se formó en el Instituto Alta Cocina (Rosario) y luego en la Escuela de Hostelería y Turismo de Valencia. Realizó el Master del Chocolate en la Escuela de Pastelería del Gremio de Barcelona E.P.G.B. y en el Instituto Gato Dumas de Rosario, lugar donde desde hace 12 años trabaja como docente.
¿Cuándo se despertó tu vocación por la chocolatería?
Mi pasión por el chocolate empezó en el año 2004 en Valencia, España, donde estaba realizando prácticas de pastelerías en el Restaurante Submarino, en el L ́ Oceanografic. Allí trabajé durante dos años junto a Jesus Ruiz Arcas, pastelero español que me trasmitió toda la pasión y el respeto a la hora de trabajar sobre este producto. Desde fundirlo para luego darle la forma que uno quiere (templarlo) hasta como utilizarlo en las distintas elaboraciones. Durante el tiempo que duró mi estadía allá tuve el privilegio de conocer, trabajar y aprender con una marca francesa de chocolates que hoy sigue siendo excelencia en el mundo
¿Quiénes fueron tus maestros, guías o referentes?
Mi primer maestro fue Jesús Ruiz Arcas, al regreso a Argentina conocí a dos pasteleros quienes serían mis compañeros de trabajo por varios años, Lucas Trecco y Mariano Zichert. Juntos nos decidimos presentar al Primer Salón del Chocolate en Hotelga 2008. Fuimos muy autodidácticas, pero en ese momento Bernardo Celaya fue el chocolatero que nos guió y acompaño en ese desafío. En el 2009 regreso a Barcelona para realizar el Master del Chocolate en la E.P.G.B, cuya organización estaba a cargo del Pastelero/Chocolatero Olivier Fernández. Puedo decir que en la Argentina hay excelentes profesionales, de los cuales sigo aprendiendo mucho, pero hay uno en especial que me acompaña y guía en todo momento. Compartimos la misma pasión por la pastelería y en especial por el chocolate, y es Mariano Zichert, quién además de ser un gran maestro para mí, es mi marido.
¿Cuándo decidiste dedicarte totalmente a esta profesión?
Ni bien terminé la secundaria me anoté en una escuela de Gastronomía en Rosario (Alta Cocina). Terminé de estudiar, estuve realizando pasantías en ese Instituto y fue por medio de ellos que obtengo la posibilidad de viajar a la Escuela de Hostelería y Turismo de Valencia, para realizar una pasantía de tres meses. Luego de rotar en todas las partidas del Restaurante termino en el sector de Pastelería, y ahí fue cuando mi profesión se direccionó totalmente hacia la pastelería. Desde el primer día conocí otro mundo, gracias a las exigencias, el rigor y la pasión que Jesus Ruiz Arcas me transmitió. En ese momento nació mi amor hacia la pastelería.
¿Cómo influyen las redes sociales en la visibilidad del trabajo de maestros pasteleros y chocolateros? Hoy hay las redes nos dan la búsqueda inmediata de la información, permiten al profesional llegar a todo el mundo y a todo tipo de público. Pero soy de las personas que para buscar conocimientos recurro a los libros. Me gustan las redes, las uso, pero más que nada para motivar la parte visual y ver las tendencias.
¿Por qué quisiste ser parte de este Primer Campeonato Tronador?
Me gusta mucho la etapa previa a un concurso, hay mucho aprendizaje. Es un momento de superación personal, de objetivos a alcanzar. El último concurso en que había participado fue en 2015, en el de Maestros Pasteleros en la FITHEP, y ya habían pasado varios años… Las ganas de volver a competir estaban muy presentes. Cuando vi el anuncio de Pablo Benitez, invitando a participar del Primer Campeonato Copa Tronador, no lo dudé ni un segundo. Enseguida solicite el reglamento y desde momento y durante dos meses mi cabeza y mi cuer- po no pararon de trabajar, había una meta, un sueño a cumplir.
¿Cómo impactó este premio en vos y tu entorno?
A nivel personal fue una alegría inmensa, fue el pri- mero individual y de esculturas. Con los bombones me sentía segura, es algo que realizo a lo largo del año, pero en escultura nunca había trabajado sola.
Para mi familia también fue un momento de mucha alegría, ver que todas las horas y el esfuerzo valieron la pena. Más aún cuando el día a día había que equilibrarlo entre ser mamá, el trabajo y las prácticas. La participación me llevó a buscar en libros,
comparar, ver que técnica podía aplicar para que mi bosquejo en papel se pudiera realizar. Aprender sobre las pinturas. Igualmente el día después a la competencia me dije “Belu cuanto te falta aprender”. ¡En esas nueve horas de trabajo dentro del box, el chocolate me enseñó muchas cosas!
¿Qué le aporta a los profesionales del chocolate participar en campeonatos y visitar ferias técnicas como FITHEP?
Fithep es una excelente vidriera tanto para los expositores como para los concursantes. Fue impresionante la cantidad de mensajes que recibí, la mayoría con preguntas sobre dónde conseguir mis productos o si daba capacitaciones. En mi caso, todos esos mensajes se transformaron en disparadores que hoy están empezando a tomar forma.